Desde la década del 70, un grupo interdisciplinario de investigadores ha estado investigando el tema de la felicidad. ¿Qué hace feliz a la gente? ¿Por qué algunas personas parecen naturalmente más alegres que otras? ¿La felicidad está determinada por las circunstancias o la actitud juega un papel más importante? Y lo más importante, ¿Qué pueden hacer las personas para mejorar su propia felicidad?
Estas preguntas culminaron en 1998 con el reconocimiento de la “psicología positiva” como disciplina académica propia. Incluso aquellos escépticos de los enfoques científicos sobre la felicidad no pueden ignorar los valiosos conocimientos que surgen de este campo. En su libro “El camino a la felicidad”, el profesor Yoram Kirsch destaca un estudio histórico en el que participaron 150.000 participantes de 140 países. Los resultados revelaron una tendencia sorprendente: Casi el 90% de los encuestados expresaron optimismo y creyeron que sus vidas mejorarían en cinco años.
El Informe Mundial sobre la Felicidad de 2024 ofrece más elementos para la reflexión. Los israelíes ocuparon el quinto lugar a nivel mundial en felicidad, a pesar de que la encuesta se realizó poco después del devastador ataque del 7 de octubre. Esta notable resiliencia subraya la capacidad nacional para encontrar alegría y sentido, incluso frente a desafíos inmensos.
Si la humanidad ha estado buscando la felicidad desde tiempos inmemoriales, ¿Por qué sólo recientemente se ha convertido en un tema serio de investigación científica?
Durante gran parte de la historia, las condiciones necesarias para buscar o apreciar la felicidad simplemente no existían. Los regímenes totalitarios negaban a las personas sus derechos básicos y la gente vivía bajo gobernantes que ejercían un control absoluto sobre la vida y la muerte. Las guerras, las plagas y los cataclismos eran frecuentes, dejando poco espacio para la búsqueda de una vida plena. Sin embargo, hoy en día, la mayoría de las personas viven en sociedades libres con acceso a alimentos adecuados, atención médica y seguridad.
Estos avances han creado el espacio para centrarse en el bienestar personal y la búsqueda de la felicidad de maneras que antes eran inimaginables.
Nuestros sabios enseñan que el tiempo se divide en dos fases distintas: “Hoy es para hacer, y Mañana para recibir la recompensa”. “Hoy” representa nuestra realidad actual, un tiempo de preparación y esfuerzo. Es un período marcado por el trabajo duro, en el que los frutos de nuestro esfuerzo no siempre son visibles de inmediato.
Sin embargo, “Mañana” simboliza la Era de la Redención, un momento en el que se aclarará el propósito de todas nuestras luchas. Cada desafío y cada momento de esfuerzo se revelará como una contribución a un futuro grandioso y magnífico. Esta será una era de satisfacción espiritual y física sin igual, para todos nosotros.
En muchos sentidos, la búsqueda moderna de la felicidad refleja esta dualidad. Si bien el viaje puede ser difícil y, a veces, parece ingrato, es un proceso de construcción de algo más grande, tanto para nosotros como para el mundo.