La heladera y los muebles de la cocina identificarán su contenido mediante etiquetas de identificación magnéticas, y los suministros faltantes se ordenarán automáticamente desde la computadora en el supermercado. Los asistentes robóticos ayudarán con la seguridad y la limpieza del hogar, y no se perderá nada porque se adjuntará un pequeño chip electrónico a cada objeto que se podrá ubicar con un escaneo fácil.
Se colocarán sensores en cada esquina e informarán a la red doméstica qué habitaciones están vacías y dónde se puede apagar la luz y el aire acondicionado. Los recordatorios electrónicos sonarán en el momento exacto en que los niños deben salir del jardín de infantes o tomar medicamentos. Los sistemas de diagnóstico médico en el hogar informarán sus hallazgos directamente a la computadora del médico en tiempo real. Un cortacésped automático funcionará solo en el jardín, recorrerá las esquinas y no dañará las flores. También sabrá cómo llegar al depósito en el último minuto y recargarse a sí mismo. La casa será respetuosa con el medio ambiente, reciclará sus residuos y generará la electricidad que necesita a partir de energía solar o eólica. Condiciones de vida óptimas, que permiten al propietario de la casa disfrutar por completo de comodidad y placer.
La verdad es que todo el mundo que conocemos y toda la Creación en general fue destinada exactamente para este propósito. Abastecer al propietario verdadero de la casa, El Santo, Bendito Sea Él, un alojamiento residencial perfecto. Es decir: Un ambiente confortable, que le permita revelarse tal como es en verdad. Y en el texto ilustrativo en el que el Midrash define la relación entre el Creador y su mundo: "El Santo, Bendito Sea Él, deseó tener una vivienda en los planos inferiores". Precisamente dentro del aspecto material de este mundo inferior, pobre (frente a la rica espiritualidad de los mundos superiores), justamente aquí, El Santo, Bendito Sea Él, deseó que se le construya una casa. Un ambiente amigable y confortable.
Y esto es, de hecho, lo que venimos haciendo aquí, en los casi seis mil años desde la Creación del mundo: Ordenarle la casa, a Hashem, limpiarla de la suciedad espiritual que la invadía e inundarla de luz y calor. Todo de acuerdo con las instrucciones y preferencias del dueño, quien nos entregó en la Torá.
En cuanto a las condiciones requeridas, ya está todo listo. Así lo fija el Rebe de Lubavitch ER"M. La preparación espiritual de la Creación ya está en su apogeo. Todo lo que nos queda es recibir en la práctica, la revelación Divina. Dar la bienvenida a nuestro justo Mashíaj, que con su llegada se materializará la visión de la "vivienda" maravillosa.
