Cabe aclarar que, como toda traducción, queda supeditada a la comprensión del traductor. El texto original es en árabe, y hay muchas traducciones que se han hecho a lo largo de la historia.
Por la complejidad del asunto, se incluye un resumen de los 13 principios, y luego la traducción del texto original:
1) Existencia de un Creador. Todo lo que existe lo necesita a El para ser, y El es la única entidad que no necesita a nada más para existir.
2) El Creador es Uno, no puede ser dividido ni nada se le parece en su esencia.
3) El Creador no tiene cuerpo ni nada de lo que ocurre en el mundo material lo afecta.
4) El Creador es Eterno, o sea, todas las cosas excepto El fueron creadas.
5) El es el único a quien corresponde servirLe y rezarLe, y todas las otras criaturas no pueden hacer nada contra Su voluntad, por eso, no se puede servir al Creador a través de ellas.
6) La profecía. Los seres humanos podemos ser profetas.
7) Moshe Rabeinu tuvo un nivel de profecía superior al de todos los otros profetas en 4 aspectos: profetizó sin ocultamientos, sin debilidades, despierto y cuando él mismo quería. Por eso Moshe llegó a un nivel de conocimiento del Creador superior a todo otro ser humano.
8) La Torá “viene del cielo”. Los cinco libros de Moshe enteros fueron escritos por Moshe dictado por el Creador, Moshe no escribió ni una letra de su propio entendimiento. También la Torá Oral fue recibida en el Monte Sinaí y transmitida generación tras generación.
9) La Torá nunca cambiará, tampoco ninguna parte.
10) El Creador conoce las acciones del ser humano.
11) El Creador da recompensa a quienes observan la Torá y castigo a quienes la transgreden.
12) La venida del Mashíaj de la casa de David y será un rey superior a todos los reyes.
13) La resurrección de los muertos.
El primer principio
Saber de la existencia del Creador, bendito sea, o sea: que hay una “existencia” plena en todos los caminos de la existencia. Es la causa de todas las existencias; en El está el sostén de su existencia, y de El se sostienen. Y ni se te ocurra la falta de Su existencia, porque ante la falta de Su existencia, se anularían todas las existencias y que no quedaría ninguna “existencia” que se sostenga. Y si se nos ocurriese la falta de todas las existencias excepto El, no se anularía Su existencia ni le faltaría nada, porque Le es suficiente Su propia existencia y le alcanza con sí mismo, y El no necesita a ninguna otra existencia. Y todo lo demás, como los intelectos, quiero decir, los ángeles, y los cuerpos de las esferas celestiales y lo que hay dentro de ellas, y lo que está por debajo de ellas, todos Lo necesitan para existir. Este es el primer principio que es indicado por el versículo “Yo soy Di-s tu Señor”.
El segundo principio
Su unicidad, bendito sea, es decir, que creamos que eso que es la causa de todo, es uno. Y no es como la unidad de una pareja y no como el uno de una especie y no como un individuo compuesto que se subdivide en muchas partes, y no uno como un cuerpo simple único en su especie, que puede ser dividido y partido infinitamente. Pero El, alabado sea, es uno en Su unicidad, y no hay unicidad como la suya de ninguna forma. Y este es el segundo principio indicado por el versículo “Escucha Israel, Di-s, nuestro Señor, Di-s es uno”.
El tercer principio
La negación de la materialidad de El, es decir, que creamos que esta unicidad que mencionamos, no es corporal ni una fuerza dentro de un cuerpo y no le ocurren los eventos que le ocurren a los cuerpos como el movimiento y el descanso y la residencia, no por sí mismo no por ocurrencia. Por eso nuestros sabios negaron de El la unión y la separación, y dijeron: “Arriba no hay sentarse ni pararse, ni separación ni unión”. Y dijo el profeta: “A quién compararán a Di-s… y a quién me compararán y me igualaré, dice el Santo”. Y si fuese un cuerpo, sería comparable a los cuerpos. Y todo lo que aparece en las santas escrituras que lo describen con adjetivos corporales, como: el andar, pararse, sentarse, el habla y similares, como es en forma prestada. Y así dijeron nuestros sabios, “La Torá habla el lenguaje de las personas”, y ya hablaron nuestros sabios mucho sobre este asunto. Sobre este tercer principio indica el versículo “Porque no vieron ninguna imagen”, es decir, no lo captaron “dueño de una imagen” porque El, como mencionamos, no es corpóreo ni una fuerza en un cuerpo.
El cuarto principio
La eternidad, es decir, que creamos que esta unicidad que mencionamos es absolutamente eterna. Y todas las existencias excepto El, no son eternas en relación a Él. Y las pruebas de esto en las santas escrituras son muchas. Y sobre este cuarto principio indica el versículo: “Desde Su morada, el Di-s eterno”.
El quinto principio
El, bendito sea, es a quien corresponde servir y engrandecer, y hacer saber Su grandeza, y observar Sus preceptos, y no hacer así a quien está por debajo en su existencia: de los ángeles, las estrellas, las esferas celestiales, los fundamentos, y lo que está compuesto por ellos, porque todos son actores por naturaleza en su accionar. O sea, que todas sus acciones y efectos no los hacen por propia voluntad, sino por la naturaleza que les fijó el Creador: no tienen juicio ni elección, sólo El, bendito sea. Tampoco es apropiado servirlos como intermediarios para acercarse a El, sino que sólo a El deben estar enfocados los pensamientos y dejen todo lo demás. Y este quinto principio, es lo que El nos advirtió sobre la idolatría, y la mayoría de la Torá advierte sobre esto.
El sexto principio
La profecía, es decir, que sepa el hombre, que en su especie se encuentran quienes por naturaleza tienen cualidades elevadas y muy refinadas y plenas, y sus almas están preparadas hasta recibir el intelecto fundamental. Luego se une ese intelecto humano en el “intelecto que actúa” y emana de él una emanación superior, y estos son los profetas, y esto es la profecía y su asunto. La explicación de este principio en su plenitud es muy larga; y no es nuestra intención traer pruebas de cada principio ni de la esencia de su captación porque incluye a todas las sabidurías, sino que la mencionamos en forma de relato nomas. Los versículos de la Torá testifican sobre la profecía de muchos profetas.
El séptimo principio
La profecía de Moshe, nuestro maestro, sobre él sea la paz, es decir, que creamos que él es el padre de todos los profetas que existieron antes que él y que se levantaron tras él; todos están bajo él en nivel. Y él fue el más elevado de todos los seres humanos que captaron Su conocimiento, bendito sea: más de lo que captó o captará cualquier ser humano que existió o existirá. El, sobre él sea la paz, llegó su elevación de lo humano hasta que captó el nivel de ángel, y se incluyó entre los ángeles. No quedó ninguna cortina que no haya roto y pasado por ella, no fue impedido por ningún impedimento físico, y no se mezcló con él ningún defecto, ni grande ni pequeño. Se anularon de él las fuerzas imaginativas y los sentidos que captan, y se retiraron de él las fuerzas del deseo y la pasión, y quedó solamente el intelecto. Sobre este asunto está dicho sobre él que él habla con Di-s, bendito sea, sin intermediarios de los ángeles.
Quiero explicar aquí este asunto maravilloso y abrir lo cerrado en los versículos de la Torá y explicar la razón de “boca a boca” y todo el versículo y otros similares, sólo que vi que estos asuntos son muy sutiles y se necesitarían muchas pruebas, y necesitaríamos muchas explicaciones e introducciones y ejemplos, y que expliquemos primero la existencia de los ángeles y los diferentes niveles [de ángeles que existen] desde el Creador, elevado sea, y que expliquemos el alma y todas sus fuerzas, y que se amplíe el círculo hasta que hablemos de las formas que vieron los profetas que corresponden al Creador y a los ángeles y que ingresemos en esto [al libro] Shiur Komá y sus asuntos, y no alcanzaría esto solamente. Aún si fuese resumido en absoluto, cien páginas. Por eso, lo voy a dejar en su lugar: o en el libro “Explicación de las palabras de nuestros sabios” que decidí escribir, o en el “Libro de la profecía” en cual estoy trabajando, o en un libro que escriba explicando estos secretos.
Volviendo a la idea de este séptimo principio, voy a decir que la profecía de Moshe, nuestro maestro, sobre él sea la paz, se separa de la profecía de todos los profetas en cuatro asuntos:
El primero, que cualquier profeta que haya habido, no habló Di-s, bendito sea, con él sino a través de un intermediario; y Moshe, sin intermediario, como está escrito “boca a boca hablaré con él”.
El segundo, que todo profeta sólo viene la profecía hacia él cuando está dormido, como dice en [varios] lugares: “en un sueño de noche”, “En un sueño y visión nocturna” y muchos más similares. O de día, cuando caiga una somnolencia al hombre de manera que se anulen de él todos los sentimientos y quede su pensamiento vacío, como en un sueño. Este asunto se llama “visión” y “percepción” y sobre esto fue dicho “visión divina”. Y Moshe, le venía hacia él la palabra durante el día, estado de pie entre los dos Querubines, como le indicó Di-s elevado sea: “Y me encontraré contigo allí y hablaré contigo desde arriba de la tapa [del Arca]”. Y Dijo, elevado sea: “Si hubiera un profeta, Di-s en visión se comunicará con él, en un sueño hablaré con él… no así mi sirviente Moshe… boca a boca hablaré con él”.
El tercero, que el profeta, cuando venga a él la profecía, y a pesar de ser en una visión y a través de un ángel, se debilitarán sus fuerzas y se arruinará su cuerpo y le acaecerá un enorme temor, casi fallecerá, como explicó Daniel cuando Gabriel habló en una visión con él y dijo: “Y no quedó fuerza en mi y mi ser se transformó en destrucción y no tuve fuerzas”; y dice: “Y yo estaba somnoliento sobre mi rostro, y mi rostro estaba hacia la tierra”; y dice: “en la visión yo temblaba”. Y Moshe, se la paz sobre él, no era así. Sino que venía hacia él la palabra y no temía ni temblaba de ninguna manera, como está escrito: “Y habló Di-s con Moshe cara a cara, como un hombre habla con su prójimo”, es decir, así como no ocurren temblores a una persona al hablar con su prójimo, así era con Moshe, no temblaba de la palabra [de Di-s] a pesar de ser cara a cara. Y esto era por su fuerte apego al intelecto, como mencionamos.
El cuarto, que todos los profetas, no reside la profecía en ellos por propia voluntad, sino por voluntad de Di-s, bendito sea. Porque el profeta puede esperar días o años, y no vendrá la profecía. Y puede pedirle al Creador que le haga saber algo por profecía y esperar, hasta que profetice después de días, o después de meses. o que no profetice de ninguna manera. Y ya hubo grupos que se preparaban y refinaban sus pensamientos, como hizo Elisha, como está escrito: “Y ahora tomen para mí un cantor” y le vino la profecía. Y no es seguro que profetice en el momento en que se prepare para eso. Y Moshe nuestro maestro, sea la paz sobre él, en todo momento dice: “Esperen y escucharé lo que mande Di-s para ustedes”. Dijeron nuestros sabios, su memoria sea bendición, “a Aharón se aplica “Y no vendrá” y a Moshe no se le aplica “Y no vendrá”-
El octavo principio
La Torá es del cielo, es decir, que creamos que toda la Torá que tenemos en nuestras manos ahora, es la que fue dada a través de Moshe, sea la paz sobre él, que es toda de boca de Di-s, o sea, que le llegó a él toda de Di-s, bendito sea, en forma tal que se llama, figurativamente hablando, “palabra”. Y no es sabido cómo le llegó, sólo Moshe, sea la paz sobre él, que le llegó, y que él era como un escriba que le dictan, y él escribe todos los eventos, las historias y los preceptos, por eso se llama: “escultor”. Y no hay diferencia entre “Y los hijos de Jam eran Cush y Mitzráim y Put y Cnaán”; “Y el nombre de su esposa era Meheitabel hija de Matred”; “Y Timná era concubina” y entre “Yo soy Di-s tu Señor”, y “Escucha Israel, Di-s, nuestro Señor, Di-s es uno”, porque todo es de boca de Di-s y todo es la Torá de Di-s, íntegra, pura y santa, verdadera. Y aquel que dice que este tipo de versículos y cuentos los escribió Moshe por su propia cuenta, es, para nuestros sabios y profetas, un negador y muestra su rostro más que todos los negadores, porque pensó que en la Torá hay corazón y cáscara y que estas historias y cuentos son inútiles y son de Moshe y este es el asunto de “La Torá no es del cielo”. Dijeron nuestros sabios, de bendita memoria: “Es quien cree que toda la Torá es de boca de Di-s excepto este versículo que no lo dijo Di-s sino Moshe mismo, y esto es “Porque la palabra de Di-s despreció”, Di-s sea elevado y bendito [por encima] de las palabras de los negadores. Sino que cada palabra y palabra de la Torá tiene sabidurías y maravillas para quien las entiende, y no se capta la plenitud de su sabiduría “Más larga que la medida de la tierra, y más amplia que el mar” y no hay para el hombre sino ir en los caminos de David, el ungido del Di-s de Iaacov que rezó: “Abre mis ojos y veré maravillas de Tu Torá”. Así también la explicación de la Torá recibida, también es de boca de Di-s. Y esto que nosotros hacemos hoy de la forma de la Sucá, Lulav, Shofar, Tzitzit y Tefilín y demás, es la misma forma que le dijo Di-s a Moshe y él nos dijo a nosotros, y él hizo llegar su misión, fiel en su misión. Y la frase que indica este octavo principio es lo que está escrito: “Y dijo Moshe, con ésto sabrán que Di-s me envió a hacer todas estas acciones, porque no surgen de mi corazón”.
La Torá es del cielo, es decir, que creamos que toda la Torá que tenemos en nuestras manos ahora, es la que fue dada a través de Moshe, sea la paz sobre él, que es toda de boca de Di-s, o sea, que le llegó a él toda de Di-s, bendito sea, en forma tal que se llama, figurativamente hablando, “palabra”. Y no es sabido cómo le llegó, sólo Moshe, sea la paz sobre él, que le llegó, y que él era como un escriba que le dictan, y él escribe todos los eventos, las historias y los preceptos, por eso se llama: “escultor”. Y no hay diferencia entre “Y los hijos de Jam eran Cush y Mitzráim y Put y Cnaán”; “Y el nombre de su esposa era Meheitabel hija de Matred”; “Y Timná era concubina” y entre “Yo soy Di-s tu Señor”, y “Escucha Israel, Di-s, nuestro Señor, Di-s es uno”, porque todo es de boca de Di-s y todo es la Torá de Di-s, íntegra, pura y santa, verdadera. Y aquel que dice que este tipo de versículos y cuentos los escribió Moshe por su propia cuenta, es, para nuestros sabios y profetas, un negador y muestra su rostro más que todos los negadores, porque pensó que en la Torá hay corazón y cáscara y que estas historias y cuentos son inútiles y son de Moshe y este es el asunto de “La Torá no es del cielo”. Dijeron nuestros sabios, de bendita memoria: “Es quien cree que toda la Torá es de boca de Di-s excepto este versículo que no lo dijo Di-s sino Moshe mismo, y esto es “Porque la palabra de Di-s despreció”, Di-s sea elevado y bendito [por encima] de las palabras de los negadores. Sino que cada palabra y palabra de la Torá tiene sabidurías y maravillas para quien las entiende, y no se capta la plenitud de su sabiduría “Más larga que la medida de la tierra, y más amplia que el mar” y no hay para el hombre sino ir en los caminos de David, el ungido del Di-s de Iaacov que rezó: “Abre mis ojos y veré maravillas de Tu Torá”. Así también la explicación de la Torá recibida, también es de boca de Di-s. Y esto que nosotros hacemos hoy de la forma de la Sucá, Lulav, Shofar, Tzitzit y Tefilín y demás, es la misma forma que le dijo Di-s a Moshe y él nos dijo a nosotros, y él hizo llegar su misión, fiel en su misión. Y la frase que indica este octavo principio es lo que está escrito: “Y dijo Moshe, con ésto sabrán que Di-s me envió a hacer todas estas acciones, porque no surgen de mi corazón”.
El noveno principio
La tradición, es decir, esta Torá de Moshe fue recibida de Di-s, bendito sea, no de ningún otro. Y a ella no se puede agregar ni quitar, ni en la Torá escrita ni en la Torá oral, porque está escrito: “No agregarás a ello ni restarás de ello”. Y ya explicamos lo necesario de este principio al comienzo de este libro.
La tradición, es decir, esta Torá de Moshe fue recibida de Di-s, bendito sea, no de ningún otro. Y a ella no se puede agregar ni quitar, ni en la Torá escrita ni en la Torá oral, porque está escrito: “No agregarás a ello ni restarás de ello”. Y ya explicamos lo necesario de este principio al comienzo de este libro.
El décimo principio
Que El, elevado sea, conoce las acciones de los seres humanos y no oculta Su ojo de ellos. No como la opinión de quienes dicen “Dejó Di-s la tierra”, sino como está escrito: “Grande en consejo y con mucho entendimiento, Tus ojos está abiertos sobre todos los caminos del ser humano”. Y dice: “Vió Di-s que se multiplicó la maldad del hombre sobre la tierra”; y dice: “El grito de Sdom y Amorá es muy fuerte”, esto indica sobre este décimo principio.
El décimo primer principio
Que El, elevado sea, da recompensa a quienes observan los preceptos de la Torá, y castiga a quien transgrede sus advertencias. Y que la mayor recompensa es el Mundo por Venir, y el castigo más fuerte, Caret. Y ya explicamos sobre este asunto lo necesario. Y el versículo que indica este principio es lo que está escrito: “Y ahora si perdonas su pecado; Y si no, bórrame de Tu libro”. Y Di-s, bendito sea, le respondió: “Quien haya pecado hacia Mi, lo borraré de Mi libro”. La prueba [de que Di-s] sabe quién lo sirve 49 y quién peca, para darle recompensa a éste, y castigo a aquél.
El décimo segundo principio
Los días de Mashíaj, es decir, que creamos y tengamos fe verdadera que vendrá, y no pensemos que tardará. “Y si tardara, lo esperaré”. Y no le pongas un momento. Y los sabios dicen: “Que exploten quienes calculan los tiempos [en que debe venir Mashíaj]”. Y que creas en él, que tendrá una virtud y elevación y honor por sobre todos los reyes que hubo desde siempre, y engrandecerlo, amarlo y rezar por él, como profetizaron sobre él todos los profetas desde Moshe nuestro maestro, sea la paz sobre él, hasta Malaji, sea la paz sobre él. Y quien duda de él o quien rebaja su grandeza, niega la Torá que testificó sobre él claramente en la sección de “Bilám” y la sección “Ustedes están firmes”. E incluido en este principio que no hay rey en Israel sino de la casa de David y de la descendencia de Shlomo solamente. Y todo el que disiente con esta familia, niega a Di-s, bendito sea, y las palabras de Sus profetas.
El décimo tercer principio
La resurrección de los muertos, y ya la explicamos.
Hasta aquí el texto original de los 13 principios de la fe que el Rambam escribió.
Dado que El Rambam resumió el último principio y lo terminó con dos palabras, aparecieron muchos que lo acusaron y sostuvieron que su fe en este principio era débil, en particular tomando en cuenta que ni lo mencionó en su libro Guía de los Perplejos. Por eso, el Rambam vio adecuado quitar esas acusaciones y escribir, como veinticinco años después de esta introducción, el “Artículo sobre la Resurrección de los Muertos”. Ahí el Rambam explica diciendo: “Este fundamento no es adecuado a la naturaleza de la existencia y no puede sostenerse como principio filosófico que pueda probarse su veracidad con pruebas racionales, por eso no amplió su explicación aquí cuando explicó los 13 principios de la fe y no lo mencionó en la “Guía de los Perplejos”, pero sobre nosotros [la obligación] de creer en él con fe completa, como está traído en la verdadera tradición; y no hay religión ni apego a la religión judía sin esto. Y así como creemos en la creación ex-nihilo y en los milagros y maravillas de la Torá, de la misma manera debemos creer en éste principio de la fe indicado en la Torá, en los profetas y claramente dicho en los versículos (Daniel 12:2-13).
También contra los principios del Rambam hubo resistencia. Hubo quienes estaban en contra totalmente de fijar fundamentos, como Don Itzjak Abarbanel en su libro “Rosh Amana” dijo: “Cada palabra de la Torá, es un gran principio y no se lo puede tocar, y quien lo toca, es un negador y está recortando el jardín. Hubo quienes criticaron la cantidad de principios, como Rab Jasdai ibn Carshcash en su libro “Or Hashem”; y tras de él su estudiante Iosef Albo en su libro “Los principios”, que sostuvo sólo tres principios: 1) La existencia de Di-s, 2) La revelación de Di-s y 3) La supervisión divina: que Di-s supervisa y ve las acciones del ser humano y paga a cada uno según sus actos. Albo sostiene que el Rambam separó cosas esencialmente unidas que son sólo un principio, los contabilizó como principios independientes, por ejemplo: la fe en Di-s y la fe en que Di-s es uno, porque no puede haber dos dioses, y un Di-s no puede estar dentro de un cuerpo, entonces, estos tres asuntos son sólo un principio, y el Rambam los cuenta como tres.
Sin embargo el Rambam tuvo el mérito de que sus trece principios ingresaron en los rezos de muchos judíos y son mencionados día a día por miles de judíos.
(Extraído de http://www.jabadlaplata.org.ar/13-principios-de-la-fe/ - Rab Tuvia Server)
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