Viene Mashíaj - La única web en español sobre la llegada del Mashiaj. El objetivo de la vida, hacer de este mundo una morada para Di-s. La llegada del Mashiaj es uno de los 13 principios de fe del pueblo judío. El Rebe de Lubavitch ha anunciado lo inminente de este fenómeno y está en nuestras manos lograrlo. ¿Como? Estudiando sobre el Mashiaj y la Gueulá. Creada y editada por Centro Leoded - Jabad Argentina
יחי אדוננו מורנו ורבינו מלך המשיח לעולם ועד
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Dvar Maljut - El Rebe de Lubavitch en la parshá Ki Tisá 5752 - El descenso del exilio es en verdad, una parte del ascenso de la Redención que tiene como meta llegar al nivel del rostro resplandeciente de Moshe

1. En la
Parshá Ki Tisá se describen conceptos y hechos que varían en un amplio espectro, desde un extremo al otro, ya que esta sección incluye la entrega de las primeras tablas de la ley, el pecado del becerro de oro y la destrucción de las primeras tablas, las plegarias de Moshé para el perdón, la visión de Moshé de la gloria de Di-s, los Trece Atributos de la Misericordia, la entrega de las Segundas Tablas y el brillo de la cara de Moshé.
Ante esto, surge una pregunta: La Torá no es un registro histórico, por lo tanto, aunque todos estos eventos ocurrieron dentro de una proximidad cronológica entre sí, debemos comprender: ¿Por qué la Torá menciona conceptos de tan extrema polaridad en una sola secuencia?
Debemos aclarar la naturaleza radical de los cambios en una misma secuencia: Las Primeras Tablas representan

un nivel espiritual extremadamente alto: “las Tablas fueron por obra de Di-s y la escritura, escritura de Di-s”. Por el contrario, la ruptura de estas primeras tablas (debido al pecado del becerro de oro), representan un descenso extremo. Y a la inversa, los Trece Atributos de la Misericordia y la visión de Moshé de la gloria de Di-s representan un nivel espiritual extremadamente alto. Posteriormente, la entrega de las segundas tablas representa un cambio adicional, ya que eran de naturaleza diferente a las primeras tablas (la diferencia más notoria es que las primeras tablas eran “obra de Di-s”, mientras que las segundas tablas fueron talladas por Moshé).
Sin embargo, a pesar de estas diferencias, el hecho de que todos estos conceptos y hechos se registran en una sola secuencia, en una sola lectura de la Torá, indica que comparten una conexión. Esa conexión se refleja en el nombre de la parshá: Ki Tisá, que literalmente significa "Cuando eleves". Aquí, hay una pregunta obvia. El pecado del becerro de oro representa un descenso sin precedentes. La impureza que había contaminado a la existencia y a los seres vivos que fue el pecado del Árbol del Conocimiento, había desaparecido después de la entrega de la Torá, pero regresó después de este pecado. Este pecado es la fuente y la raíz de todos los demás pecados, y todos los castigos sufridos por el pueblo judío a lo largo de los siglos tienen una conexión con este pecado. Si es así, ¿Cómo puede tener un lugar en la parte que refleje el ascenso del pueblo judío?
Esta incógnita se puede resolver dentro de la explicación de un fenómeno único que está presente en la Parshá Ki Tisá: Di-s ha imbuido al mundo con el siguiente patrón: El comienzo, la cabeza, refleja el propósito y el objetivo de toda la entidad. Luego, el medio pone en marcha un proceso que conduce al logro de ese propósito y luego, la conclusión, donde la meta es realizada y consumada.
Estas tres etapas se pueden definir como:
a) La Torá, "el comienzo del camino", que precedió al mundo y que es el propósito de la Creación, como nuestros sabios comentaron sobre la palabra Bereshit; b) La Creación a través de la cual, el mundo es llevado a la existencia y se le da la oportunidad de cumplir su propósito; c) La Redención, el objetivo final de la existencia del mundo.
Estas tres etapas también se mencionan en las tres primeras letras del alfabeto hebreo. La letra alef es la primera letra de la primera palabra de los Diez Mandamientos (Anoji) e incluye el contenido de los Diez Mandamientos dentro de ella. La letra Bet es la primera letra de la palabra Bereshit, el comienzo de la narrativa de la Creación en la Torá (sobre la que nuestros sabios enseñan: "El mundo fue creado con una bet"). La tercera letra, el guimel es la primera letra de la palabra Gueulá que significa “Redención”.

En la terminología cabalística, estas tres fases se pueden describir como: a) El Or Ein Sof, la Luz Infinita de Di-s, que abarca toda la existencia; b) el Tzimtzum, el proceso de auto-contracción y ocultamiento Divino que dejó un "espacio vacío"; y c) el Guilui (revelación) del Or Ein Sof dentro del espacio vacío generado por el tzimtzum.
Las tres etapas de este proceso se expresan abiertamente en nuestra lectura de la Torá de la semana. Las Primeras Tablas se refieren a la Torá ya que ésta trasciende el mundo (y por lo tanto comienza su entrega con la letra alef de la palabra Anoji). El descenso al contexto de mundanalidad se refleja en el pecado del becerro de oro. Y la entrega de las segundas tablas reflejan la elevación máxima que se produce después de este descenso.
En otras palabras, nuestros sabios enseñan que las palabras finales de la Torá, "ante los ojos de los hijos de Israel", se refieren a la ruptura de las primeras tablas por parte de Moshé ante los ojos del pueblo judío y continúan, explicando que Di-s reconoció las dimensiones positivas del acto de Moshé e incluso lo felicitó por ello.
Aunque nos seguimos preguntando: ¿Qué propósito positivo tuvo romper las Tablas? En el pensamiento jasídico, se explica que romper las Tablas permitió revelar una dimensión superior de la Torá. A través del proceso del pecado y la teshuvá (retorno a Di-s), los judíos fueron elevados a un plano espiritual superior tal como nuestros sabios declararon: "En el lugar de los Baalei teshuvá (retornantes), los hombres completamente rectos no pueden mantenerse en pie". Y este nivel superior se refleja en un aumento de información y conocimiento  la Torá. Por lo tanto, nuestros sabios relatan que si Moshé no hubiera destruido las Tablas, solo habríamos recibido los Cinco Libros del Jumash (Pentateuco) y el Libro de Iehoshúa. Solo después de la ruptura de las Tablas, se nos concedieron las otras dimensiones del estudio de la Torá.
La ventaja de las segundas tablas también se refleja en el contraste entre las primeras y las segundas tablas mencionadas anteriormente: Que las primeras tablas fueron "obra de Di-s", mientras que las segundas tablas fueron talladas por Moshe. Es cierto que las Primeras Tablas representaron un nivel más alto de revelación, pero la ventaja de las Segundas Tablas radica en que su Santidad impregnó el área de la existencia mundana. Así, las Primeras Tablas podrían romperse, porque la existencia mundana representa un contraste e incluso un conflicto con su Santidad. Las Segundas Tablas, por el contrario, son eternas, ya que representan la fusión de la Santidad con la existencia material.
Este nivel es reflejado en la perfección final que experimentará el pueblo judío, la Redención, que vendrá como continuación de la teshuvá del pueblo judío. Y en ese momento, se revelará cómo las dimensiones materiales del mundo se habrán fusionado con su último propósito espiritual, cómo existen todas, "en aras de la Torá".
Por lo tanto, podemos ver cómo la totalidad de este triple fenómeno en una secuencia está contenido en la Parshá Ki Tisá. Esto también lleva a otro concepto, que el flujo de una etapa a otra es una secuencia establecida por Di-s. Y en este proceso, para llegar a la tercera etapa, uno debe pasar por el descenso representado por la segunda etapa.
Esto nos da una perspectiva diferente con respecto al pecado: En el pensamiento jasídico se explica que el pecado es, parafraseando un versículo, "una gran conspiración ideada contra el hombre". Si el ietzer hará (mala tendencia) de una persona lo supera y lo hace pecar, esto se debe a que, desde Arriba, se le pidió al ietzer hará que lo llevara a este pecado. Los judíos, por naturaleza, están por encima de cualquier conexión con el pecado. Sin embargo, Di-s, sin embargo, diseña "un ardid increíble" para elevar a nuestro pueblo a un nivel más alto, al hacer que experimenten un descenso de antemano.
Como este descenso no es más que un medio para llegar a un mayor ascenso, es breve, tal como dice le versículo: "Te abandoné por un momento fugaz". El ascenso que lo sigue, por el contrario, es eterno. Este patrón se expresará en la Redención final. Ha sido precedido por un asombroso descenso, este exilio actual, pero conducirá a un gran y eterno ascenso, "una Redención que nunca será seguida por el exilio".
Así, cuando se ve en este contexto, el descenso no es meramente el propósito de un ascenso posterior, sino que es en sí mismo una etapa de ese ascenso definitivo. Por lo tanto, nuestros sabios relatan que todo el propósito del pecado del becerro de oro era permitir el potencial de la teshuvá.
En consecuencia, podemos apreciar cómo las tres fases mencionadas anteriormente son parte de la secuencia de Ki Tisá, el ascenso del pueblo judío. La entrega de las Primeras Tablas reflejó la primera fase, la revelación de la intención. Le siguió la segunda fase, el descenso, el pecado y la ruptura de las Tablas. Esto, a su vez, motivó al pueblo judío a tornar a Di-s en teshuvá, evocando la tercera fase, la revelación de los Trece Atributos de la Misericordia y el gran ascenso que encontró su expresión en la entrega de las Segundas Tablas y el brillo del rostro de Moshé.
Lo estudiado también nos permite comprender la conexión entre las segundas tablas y el brillo del rostro de Moshé. La entrega de las Segundas Tablas siguió al descenso después del pecado del becerro de oro. Por lo tanto, se relacionan con el mundo tal como existe dentro de su propia perspectiva. Esto se refleja en el hecho de que fueron talladas por Moshé con la piedra en este mundo. Simultáneamente, se asocian con una gran revelación, de hecho, cuantitativamente, una revelación mayor que las Primeras Tablas. Y así, esta revelación refleja una fusión de materialidad y espiritualidad que provocó una elevación dentro de la persona física de Moshé haciendo que su rostro brille.
De hecho, esta revelación fue tan grande, que fue necesario que Moshé colocara un velo sobre su cara. Sin embargo, este velo era necesario solo cuando Moshé y el pueblo judío estaban involucrados en asuntos mundanos, el refinamiento del mundo en general. Cuando Moshé comunicó la palabra de Di-s a la gente, él quitaba este velo.
Además, incluso en lo que respecta al mundo en general, este ocultamiento no es un factor permanente. En última instancia, a través de la tarea espiritual de los judíos de refinar y elevar el mundo, hacen posible que haya una revelación de la Divinidad dentro del contexto de nuestro entorno mundano. Este proceso se consumará en la Era de la Redención cuando "Tu Maestro ya no se oculte y tus ojos contemplarán a tu Maestro", "la gloria de Di-s será revelada y toda la carne verá".
Las tres fases mencionadas anteriormente se reflejan en nuestro servicio Divino todos los días: Comenzamos nuestro día con la primera etapa, la declaración de intenciones, Mode Ani, en la cual reconocemos con gratitud nuestra conexión con Di-s. Esta declaración es expresada y forma parte de las plegarias de la mañana y en la sesión de estudio que le sigue.
Luego, nos dirigimos a la segunda etapa, el descenso a lo mundano, nuestra ocupación con el entorno que nos rodea a través de nuestros asuntos laborales diarios. Al final del día, llegamos a la tercera etapa, la reunión de todas las actividades realizadas durante el día. Esto se comunica en el último versículo del servicio vespertino: "De hecho, los justos reconocerán agradecidos Tu nombre". (Significativamente, este versículo emplea el mismo verbo que se usa en la frase Mode Ani). Y en un sentido más particular, La persona que se entrega a Di-s se refleja en el versículo final de las oraciones recitadas antes de ir a dormir por la noche: "En tus manos, confío mi alma".
Lo anterior es particularmente relevante en la presente generación, la última generación del exilio y la primera generación de la Redención. Las generaciones anteriores han completado el servicio de refinación del mundo y nuestra generación se enfrenta a la tarea de hacer que la tercera fase del proceso, la Redención, realmente se realice.
En esto, podemos tomar una lección desde el comienzo de la lectura de la parshá Ki Tisá, el mandamiento de "levantar las cabezas" del pueblo judío. Especialmente, esta orden fue dirigida a Moshé. Es Moshé, y de manera similar, la extensión de Moshe que existe en cada generación, la que infunde al pueblo judío el poder espiritual para someterse a este triple proceso de ascenso.
De manera similar, el proceso de ascenso se realiza a través de la chispa de Moshé que existe dentro de cada judío individualmente. La chispa de Moshe se identifica con el poder de mesirut nefesh, la disposición de cada judío de entregarse a Di-s. Esta fuente de compromiso, sin embargo, se revela abiertamente en las almas de los líderes de las generaciones y alcanzará la expresión completa en la persona del Mashíaj.
Que esto se revele en un futuro muy cercano y que la alegría del mes de Adar rompa todas las barreras y nos permita "unir una Redención a otra Redención", y pasar de la Redención de Purim a la Redención definitiva. Que esto tenga lugar ya mismo, realmente.

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