Un comerciante judío llega a la gran ciudad y compra mercadería al por mayor de un gentil. La mitad de la suma la pagó al contado y la otra mitad con un cheque diferido a 6 meses. Los amigos del gentil comenzaron a burlarse de el: -"¡Perdiste todo tu dinero, Iván! Ese cliente tuyo es judío y los judíos esperan que el Mesías llegue todos los días y cuando realmente llegue, tu querido cliente desaparecerá y escapara a la Tierra de Israel y tu… tu te quedaras embromado y sin tu dinero…
El gentil, muy enojado, salió en busca del judío para cambiar el cheque.
Tomo el judío el cheque, lo rompió en mil pedacitos y lo cambio por otro, diferido a la fecha de la llegada del Mesías, y agregó: -"Hoy me has dado una lección de fe…"
Esta semana leeremos en la Torá la parashá de Jaie Sara. Esta parshá es tan interesante como desafiante, ya que desde un principio nos hace saber que su contenido refleja todo lo opuesto a su nombre (Jaie Sara = la vida de Sara): el fallecimiento y el entierro de Sara en Mearat HaMajpela!
El tema principal de la parshá es sin ninguna duda, el matrimonio de Itzjak y Rivka y toda la cadena de eventos que hicieron que se concrete la primera pareja de la historia. La misión de Eliezer – esclavo de Abraham – el encuentro con Rivka al borde del pozo, la estadía en la casa de Betuel y Lavan y hasta el prometido retorno a la Tierra Prometida a Itzjak Avinu.
El relato de la adquisición de la Mearat HaMajpela y el diálogo entre Abraham Avinu y la gente de Jevrón, encabezados por Efrón, nos tiene que llamar la atención y desconcertar a quien sea que lo lea. Cualquier principiante en el mundo de los negocios sabe que para cerrar un buen trato hace falta antes regatear el precio. El vendedor pide un precio alto, el comprador por su parte trata de rebajarlo y al final, después de discutirlo (cosa que puede ser más larga que el exilio…) ambas partes llegan a un acuerdo y el trato se cierra para beneficio mutuo. Sin embargo, en nuestra parashá las cosas son completamente diferentes…
Abraham hace saber a la gente de Jevrón que está interesado en comprar la parcela de campo de Efrón Hajiti para destinarla a ser catacumbas. Efrón por su parte declara abiertamente que está dispuesto a entregar la parcela gratuitamente. Es más, Efrón se jacta de Abraham diciendo que aunque el precio de la parcela es elevado - 400 shekels – el no pide nada a cambio. Abraham Avinu, al oír el precio de la parcela, insiste en pagar el precio por completo! Y no solo eso, sino que 400 shekels de plata – ¡moneda aceptada con gusto en todo el mundo!
El hecho de que Efrón haya prometido algo y no lo haya cumplido - dijo mucho e hizo nada - se puede comprender. La Torá nos enseña una gran lección en lo que de hacer negocios con gentiles se trata… prometen mucho ¡y luego no cumplen! Pero, ¿qué paso con Abraham? ¿Por qué es que insiste pagar un precio exorbitante por una parcela de tierra árida? ¿Por que no trata de rebajar el precio?
Rabeinu Itzjak Ben Yehuda Halevy en su libro "Pa'aneaj Raza", explica prolongadamente que existe un profundo significado en que Abraham Avinu haya pagado justamente 400 shekel de plata por una parcela de la Tierra de Israel y que ese mismo significado es el que conecta todo este evento con la redención final y completa. Según él, con dicho trato intentó Abraham Avinu comprar una superficie de un codo cuadrado (codo X codo) a cada judío y así otorgarle a cada uno propiedad verdadera de la Tierra de Israel.
En la parashat Behar, nos enseña la Torá que tierras agrícolas en las que pueden ser sembradas 30 Seah (Seah = medida de capacidad bíblica), son tasadas a 50 shekels de plata. Haciendo un cálculo rápido (basado en el hecho que Beit Sea -medida de superficie de la época de la Mishná- son 50 codos X 50 codos) descubriremos que el tamaño de semejante terreno es de 75,000 codos cuadrados. Abraham Avinu pago 50 shekels de plata multiplicado por 8, lo que le hubiese acreditado un terreno de 600,000 codos cuadrados (75,000 x 8 = 600,000)! Es decir, la superficie de un codo X un codo ¡por cada uno del pueblo de Israel que en un futuro seria liberado de Egipto!
O sea, cuando Abraham Avinu compro Mearat Hamajpela por 400 shekels, lo que realmente hizo fue darnos una lección de fe y comenzó así el proceso de acercar la redención verdaderamente, no sólo con palabras (como lo hizo Efrón) sino con hechos actuales. Abraham Avinu convierte la fe en acciones, no se conforma con pensamientos, deseos, plegarias y pedidos, sino que acerca la redención un paso más adelante y nos compra a cada uno de nosotros, parte de la Tierra Prometida.
En el Zohar (Tosefta 123,2) aparece otra explicación más, de por si maravillosa, sobre el pago de tan exorbitante monto. Según el Zohar, "Efrón" es el nombre con el que se denominará a los Tzadikim en un futuro cuando resuciten los muertos ("Hakitzu veranenu shojnei afar"). Después de ese período, D's le otorgará a cada uno de los tzadikim ("Efrón") 400 mundos encantados (olamot shel kisufin – kisufin significa también encanto, placer, de la palabra kesef, que es también plata) en los cuales se deleitarán como tributo por toda su labor terrenal para acercar la redención. Queda claro entonces por qué Abraham se negó a regatear o rebajar el precio, ya que, ¿por que quitarles a los tzadikim lo que bien tienen merecido?
Y con lo que respecta a nosotros, también debemos aprender de Abraham y hacer de nuestra fe en la llegada del Mashiaj algo palpable y no sólo hablarlo sino convertirlo en acciones. Debemos agregar más en el estudio de la Torá y sus mandamientos, convencidos sinceramente de que cada uno de nuestros actos, hasta el mas ínfimo de ellos, puede ser el que haga falta para traer la redención.
Esta vez culminaremos con una respuesta del Rebe a un jasid que pasó todo el mes de Tishrei a su lado y al finalizar el mes de las festividades, pidió el mismo adquirirse con anticipación ciertas "mitzvot" para el mes de Tishrei del año siguiente.
En su carta escribió el jasid la frase "si Di-s no lo permita, el Mesías se demora".
El Rebe subrayó las palabras "se demora" y agregó: "después de todo el barullo que hice de la llegada del Mesías – ¡¿es posible que suponga eso?!".
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