Al leer el Haftará el día de Shemini Atzeret, los judíos del mundo leyeron las palabras del Rey Salomón en la inauguración del primer Templo, que dijo, entre otras cosas: "Que el Señor, nuestro Di-s esté con nosotros como estuvo con nuestros padres, no nos deje y no nos abandone". Este versículo es uno de los quince, que se recitan cada año antes de las Hakafot con los rollos de la Torá en las sinagogas, durante la festividad más alegre del año. Hace dos años, mientras se leían estas palabras en las sinagogas de todo el mundo, un impactante y terrible suceso tuvo lugar en Israel, cuando muchos cientos de judíos fueron masacrados en medio de Simjat Torá, muchos más resultaron heridos y muchos se encuentran en cautiverio.
Las palabras del versículo "Que el Señor, nuestro Di-s esté con nosotros" fueron las que el Rebe anterior, Rabí Iosef Itzjak, eligió para hablar con firmeza judía y sin titubeos, mientras evocaba la imagen del judío que dio su vida a lo largo de las generaciones, y señalaba que el alma del judío no fue entregada al control de las naciones del mundo.
Explicó las palabras "Que el Señor, nuestro Di-s...no nos deje y no nos abandone", que son explicadas como un pedido a Di-s, que no nos desampare, son al mismo tiempo también explicadas como un lenguaje de promesa ¡de que efectivamente así será! Y Di-s estará con nosotros como estuvo con nuestros antepasados.
En un discurso jasídico del actual Rebe de Lubavitch, se explican las palabras del Rebe anterior, sobre que la virtud de quien sacrifica su vida, es el grado más alto de apego y anulación a Di-s. Como sabemos, cualquier judío quien es asesinado por ser judío, está en el más alto grado de conexión con Di-s, con todo lo que esto implica.
De hecho, debido a todo lo que ha sucedido con Israel a lo largo de las generaciones, y en la última semana en particular, pronto se nos concederá el cumplimiento de la promesa: "Que el Señor, nuestro Di-s esté con nosotros como estuvo con nuestros padres, no nos deje y no nos abandone", y todos los hijos de Israel tendrán luz espiritual y física.
Después del gran shock, todos coincidimos en que debemos reaccionar con decisión, de manera que no se permita que nuestro enemigo se recupere y, ciertamente, dejarle claro de una vez por todas que no existe ninguna posibilidad de que aceptemos lo que sucedió, como algo posible, ni siquiera en la imaginación.
A todos los terroristas y colaboradores del terrorismo se les debe cobrar un precio enorme y tremendo, no meterlos en prisión, porque su encarcelamiento mismo es parte de la razón para aumentar la motivación para llevar a cabo operaciones de secuestro. Hay que destruirlos, a cualquier precio, sin afectarse ante la reacción del mundo. Se debe recuperar la Franja de Gaza y se debe anular por completo el debilitamiento impuesto a la sociedad y al ejército, que causó todo el deterioro de la seguridad de los habitantes de la Tierra de Israel.
Debe quedar claro para todo el mundo que estamos aquí en la Tierra Santa, en virtud de nuestra propiedad del lugar que nos dio el Creador del mundo, como escribe Rashi en su primer comentario de la Torá, en el versículo "Bereshit".
Esta posición firme, junto con el fortalecimiento de la fe, la confianza y la alegría, traerá enseguida la Redención verdadera y completa.