Hace treinta años, los jefes de estado de las 15 naciones del Consejo de Seguridad de la ONU tomaron una decisión y e hicieron una declaración en la ONU para eliminar gradualmente la guerra, reducir las armas y comenzar a trabajar juntos y ayudarse mutuamente.
Al día siguiente, durante el farbrenguen semanal de Shabat (reunión jasídica), el Rebe de Lubavitch ER"M anunció que esta declaración era el comienzo del cumplimiento de la profecía de Ieshaiahu, de que en la Era del Mashíaj, las naciones del mundo “convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces”.
Durante los últimos 30 años, hemos estado documentando esta transformación; escribiendo sobre ella y hablando de ella. Sin embargo, de repente, en febrero de 2022, Rusia invadió Ucrania, una guerra que ha durado casi tres años y ha traído mucha muerte y destrucción a Ucrania. ¿Cómo debemos entender este estallido de guerra a la luz de la declaración de la ONU y el anuncio del Rebe de que este era el comienzo del cumplimiento de la profecía de Ieshaiahu?
Cuando observamos algo y no parece como se supone que debería parecer, o tal vez no parece ser nada que tenga sentido para nosotros, lo primero que solemos hacer es cerrar los ojos. Dejamos de lado nuestras perspectivas y suposiciones anteriores.
Luego, “abrimos los ojos” y lo volvemos a mirar desde un marco completamente nuevo. Si todavía no podemos hacerlo bien, entonces le pedimos a Hashem que nos ayude a abrirnos los ojos aún más. Ahora bien, la guerra en Ucrania lleva ya varios años y Rusia no tiene nada que mostrar a cambio. De hecho, se ha sugerido que la razón por la que Putin continúa esta guerra a pesar de que no ha ganado nada, y de hecho le ha costado mucho económica y políticamente, es por esa misma razón. Tiene que ganar algo para poder volver a su pueblo y decir: “Miren, hemos ganado esto o aquello, y valió la pena”. ¿Qué otra cosa va a hacer? Volver a su pueblo y decir: “Lo siento, muchachos, todo fue en vano”.
Si Putin no gana nada, entonces otros países del mundo pensarán mucho antes de invadir a sus vecinos. Lo más probable es que digan: “Olvídense, no vale la pena. Podríamos luchar durante años y no ganar nada”.
En otras palabras, la guerra en Ucrania no es una prueba de que la profecía no esté funcionando. Por el contrario, todas las demás naciones aprenderán de este fracaso que la guerra no da ganancias. En esta época, no se puede ganar una guerra de conquista. No hay lugar para ella en el nuevo orden natural. La maquinaria está rota y no se puede arreglar. Esta constatación es el cumplimiento de la frase “De espadas a arados”, y tal vez ese sea el propósito de la guerra entre Rusia y Ucrania.
(Extraído del libro recientemente publicado del Profesor Shalom Silman, Swords Into Plowshares: A Prophecy in Progress.