La naturaleza del arrepentimiento, Teshuvá en hebreo, es explicada por el Maguid de Mezritch en una profundización del versículo que abre la Haftará que se recita en el Shabat anterior a Iom Kipur: “Regresa Israel a Hashem, tu Di-s”. El Maguid se centró en el uso que el versículo hace de dos nombres diferentes para Di-s y explicó que, según la Cábala, cada uno refleja una dimensión distinta de la Divinidad. “Hashem” es una traducción del nombre Havaiá, que se refiere a la dimensión trascendente de Di-s, el aspecto de Divinidad que trasciende los límites de nuestra existencia. En contraste, “tu Di-s” es una traducción de Elokejá, que se refiere a la dimensión de Divinidad que impregna nuestro mundo. De hecho, esta palabra hebrea puede entenderse como “tu fuerza y tu vitalidad”, es decir, la fuerza vital Divina que sustenta a cada ser creado individualmente. Por lo tanto, el Maguid enseñó que la Teshuvá de un judío debe llevarlo a apreciar que Havaiá, la dimensión trascendente de Di-s, es Elokejá, “tu fuerza y tu vitalidad”; que Di-s es su propia fuerza vital, la fuente de su éxito y bienestar.
Nuestro servicio espiritual de Teshuvá se ve enriquecido por la influencia del mes pasado, el mes de Elul. Nuestros Sabios señalan que el nombre Elul (אלול) es un acrónimo de las palabras hebreas "Ani LeDodi VeDodi Li", que significan “Yo soy de mi Amado y mi Amado es mío”, una expresión de la relación amorosa entre Di-s y el pueblo judío.
Durante este mes, el judío aprecia que es “de mi Amado”; puede sentir la cercanía manifiesta de Di-s y cómo esta relación abarca cada aspecto de su personalidad.
Los conceptos anteriores no solo se aplican a nuestra vida espiritual, sino que se reflejan —al igual que todos los aspectos de la Torá y sus Mitzvot— en nuestra existencia en el mundo en general. Cuando una persona aprecia que su fuerza vital y la de todos los demás seres creados a su alrededor es Divinidad trascendente, se vuelve consciente de una unidad Divina que todo lo abarca y que impregna la totalidad de la existencia. Aunque el mundo contiene una multiplicidad de entidades diversas, existe una unidad fundamental que las impregna a todas.
El cuerpo humano también comprende diversos órganos con diferentes potenciales y funciones; por ejemplo, el cerebro y el corazón tienen cada uno sus propias funciones. Sin embargo, todas estas diferentes funciones y potenciales se fusionan en un solo organismo. Uno no se detiene a calcular cuánto dinero gastó en cuidar su cabeza, y tanto en su corazón, etc. Pues es natural considerar nuestros cuerpos como un solo organismo y, de hecho, nuestros cuerpos y almas juntos como una sola entidad.
Este concepto debe extenderse hasta que se refleje en nuestras relaciones con los demás. A nivel familiar, esposo y esposa son dos individuos diferentes, pero su relación debe ser de unidad. Aunque cada uno se ocupa de sus propios asuntos, utilizando los dones únicos que Di-s le ha otorgado, la plenitud de uno trae plenitud al otro. Además, comparten todos los aspectos de sus vidas, incluyendo una sola cuenta bancaria, pues, aunque son dos personas diferentes, están unidas en una relación amorosa de confianza mutua.
Además, esta unidad debe extenderse más allá de la familia, hasta afectar también las relaciones laborales. El mundo de los negocios gira en torno al concepto de competencia. Esta competencia, sin embargo, debe expresarse de forma judía, no intentando dominar a otra persona ni causarle pérdidas, sino desarrollando una alianza que desafíe a cada uno a desarrollar plenamente su potencial. Una relación en la que cada individuo se complementa fomenta el intercambio y la confianza entre los socios.
La relación entre los socios se caracterizará sin duda por el compartir y la confianza, reflejando su compromiso conjunto con Ahavat Israel, el mandamiento de amar al prójimo judío como a uno mismo. Así, no perderán el tiempo tratando de calcular y dividir sus respectivas cuotas. Al contrario, ocupados con el éxito, ambos contribuirán activamente al florecimiento de su proyecto conjunto. Al unir sus esfuerzos creativos, los socios se estrecharán y desarrollarán vínculos cada vez más profundos.
Esta confianza debe desarrollarse hasta el punto de que incluso los gastos se compartan de forma familiar, pues todo el pueblo judío es, de hecho, una gran familia.
Este esfuerzo conjunto estimulará un mayor crecimiento y llevará a los socios a diversificarse, expandiéndose a otros países. Estos esfuerzos sin duda se verán coronados por el éxito y, a la vez, ampliarán los horizontes individuales de cada persona.
Este éxito, por supuesto, debe reflejarse en el propósito final de su negocio: usar su riqueza para ayudar a los demás, dando Tzedaká, "caridad". Sus donaciones deben aumentar continuamente, y estos aumentos deben llegar de forma voluntaria y natural, pues habrá establecido la Tzedaká como una de sus principales preocupaciones. Por lo tanto, así como utiliza todo su potencial para que sus negocios prosperen, también dedicará todo su potencial a que su participación en la Tzedaká prospere. Con cada día que pasa, se vuelve más sabio y sensible a las necesidades de los demás. Por lo tanto, día tras día, debe estar más dispuesto a dar. Y esto se expresará en dólares y centavos; en pocas palabras, el cheque que firme hoy será mayor que el que planeó firmar ayer.
Muchos empresarios exitosos tienen una cuenta separada para caridad, de modo que, independientemente de las fluctuaciones de sus finanzas personales, puedan dar Tzedaká en todo momento. A menudo, la responsabilidad de distribuir la caridad desde esta cuenta recae en el secretario. Este debe tener la confianza de poder extender un cheque generoso, sabiendo que el empleador está dispuesto a dar generosamente y con la mano abierta.
Este tipo de generosidad traerá mayor éxito a los negocios. Pues en el versículo “Seguramente diezmarás”, los Sabios descubrieron una enseñanza - “Diezma para que te hagas rico”. Esta generosidad, sumada a la conciencia de que “Di-s es nuestra fuerza y vitalidad”, nos otorga una capacidad infinita para desarrollar nuestros múltiples y diversos potenciales y, así, ser bendecidos con el éxito en todos nuestros proyectos. Esta comprensión debería motivarnos a compartir con los demás, y este acto de compartir, a su vez, nos traerá mayor éxito, coronado por la felicidad y la satisfacción.
Esta satisfacción se experimenta profundamente en Shabat, el día que Di-s dio al pueblo judío para el descanso y el placer. Este placer es único en su naturaleza. Aunque se expresa de forma física, al comer bien y vestirse con ropa elegante, la satisfacción que se recibe proviene de la naturaleza espiritual del Shabat.
Esto se refleja en la expresión de nuestros Sabios, "HaMeaneg et HaShabat", que literalmente significa “quien otorga placer a Shabat”. El judío demuestra cómo la felicidad y la satisfacción que se expresan en Shabat no solo son espirituales, como se reflejan en sus pensamientos y palabras, sino que también se extienden al ámbito material, incluso a su propia comida. Y tales esfuerzos aportan placer, por así decirlo, al Shabat mismo.
Este placer lo comparte toda la familia, que se reúne a la mesa de Shabat, cantando juntos las melodías de Shabat y respondiendo alegremente con un amén a las bendiciones de los demás.
Las bendiciones mencionadas se ven resaltadas por la naturaleza única de este nuevo año, 5752. Su equivalente hebreo, תשנ"ב, es un acrónimo de las palabras הי' תהא שנת נפלאות בכל — “Este será sin duda un año de maravillas en todo”. Hemos visto, y veremos, maravillas en el éxito material, en la salud (para que las ganancias de nuestros negocios no tengan que gastarse en facturas médicas), en nuestros asuntos personales y en el ámbito global. De este modo, a cada uno de nosotros se le concede el potencial de ampliar sus actividades de manera ilimitada y hacerlo con éxito y buena fortuna.
Entre las maravillas únicas de esta época se encuentra el éxodo masivo de judíos de países donde la emigración estaba anteriormente restringida. Ahora, miles de judíos tienen la oportunidad de emigrar y hacerlo con dignidad. Muchos se han establecido en Estados Unidos y en otros países, y una gran proporción ha hecho Aliá a Eretz Israel, nuestra Tierra Santa. Sin duda, se les deben brindar los medios para disfrutar de prosperidad y éxito, tanto material como espiritual, en sus nuevos hogares. Y el privilegio y el mérito de ayudarlos a lograr dicha prosperidad nos ha sido otorgado a cada uno de nosotros.
Lo anterior es particularmente relevante ahora, en los días posteriores a Rosh HaShaná, cuando nosotros, junto con todo el pueblo judío, hemos recibido una Ketivá VaJatimá Tová: acabamos de ser inscriptos y sellados para un año bueno y dulce, un año de maravilloso éxito, incluyendo el bien supremo: la llegada de la Redención.
[Luego la Honorable Santidad del Rebe le dijo a los Shlujim]
Shabat Shuvá ha pasado y solo quedan unos momentos para Iom Kipur, el día más singular del año. Como escuchamos del Rebe anterior, todos los judíos ya recibieron una Ketivá VaJatimá Tová, el primer día de Rosh HaShaná. Y este juicio positivo se ha intensificado y ha seguido creciendo en los días posteriores: el segundo día de Rosh HaShaná y el Ayuno de Guedalia, "un día de voluntad". Estos tres establecen una Jazaká, una secuencia de tres días asociada con la estabilidad y la fortaleza.
Esta influencia positiva se inició con la secuencia de tres días que culminó en Rosh HaShaná: el Shabat anterior, un Shabat asociado con Selijot; el domingo, un día de unidad; y el propio Rosh HaShaná.
Podemos estar seguros de que Di-s ha aceptado nuestras oraciones. De hecho, como se afirma en el Tur, la naturaleza del pueblo judío es que, incluso el día anterior a Rosh HaShaná, visten vestimentas festivas y disfrutan de una comida festiva, confiados en que prevalecerán en el juicio.
Y esta influencia positiva se ve reforzada por Shabat Shuvá, que está conectado con el servicio espiritual de Shuvá Israel que como explica el Maguid, la Teshuvá de un judío debe llevarlo a la conciencia de que Havaiá, la dimensión trascendente de la Divinidad, es Elokejá, "tu fuerza y tu vitalidad".
Y esto se manifiesta a lo largo del año, convirtiéndolo en un año entero en el que Havaiá se manifiesta como Elokejá. Y esta relación se refleja en la totalidad de la experiencia, los pensamientos, las palabras y las acciones, expresándose incluso en las dimensiones materiales de la vida.
La Haftará del Shabat anterior continúa: “Y [los recitados de] nuestros labios compensarán [la ofrenda de] vacunos”. Esto conducirá a la ofrenda de vacunos en el Beit HaMikdash, “el Santuario de Di-s establecido por Tus manos”. Y esas ofrendas serán complementadas y perfeccionadas por el servicio espirituales de los judíos, “[los recitados] nuestros labios”.
Y así, junto con el servicio de los Leviím y los Cohanim, este servicio espiritual creará un triple vínculo que le otorga al mundo una dimensión de permanencia y eternidad. Esto, a su vez, se verá reforzado por el cumplimiento de cada judío de su misión individual en el mundo, transformando este mundo en una morada para Di-s. En particular, esto será realizado por aquellos judíos a quienes otros llaman Shlujim. Como se mencionó en otras ocasiones, cuando el número diez, que representa los diez poderes espirituales de un individuo, se suma al equivalente numérico de la palabra Shliaj (שליח) que es 348, la suma equivale al valor numérico de Mashiaj (משיח) que es 358. Y Mashiaj vendrá en el futuro inmediato y nos guiará a nuestra Tierra Santa con gran alegría.
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